Hola otra vez gente.
Por fin llegó el final. Aun no me lo creo. Con tristeza os relato lo que fue mi último dia en Egipto. Gracias de antemano por leerlo.
Ahí va.
Hay mucha claridad en la habitación. Miro el reloj, son las 8:20h de la mañana. Es el útimo dia.
Me levanto bruscamente, como impulsado por un resorte. Paro de inmediato. No me acordaba del dolor. Nos refrescamos con una ducha. Bajamos a desayunar. Lo hacemos otra vez en la terraza, junto a la piscina. Es un placer.
A las 10h tenemos contratado un taxi del servicio del hotel que nos llevará a ver las pirámides. Estoy impaciente. La espera se hace larga.
Llega la hora. El taxi se encuentra en la entrada del hotel. Es un coche antiguo, un "peugeot", de los que se veian en España a principios de los 80.
Es de color azul oscuro y blanco, con un portaequipajes en el techo. Tiene varios golpes en la chapa. Solo veo un retrovisor y no dispone de reposacabezas, ni delanteros ni traseros.
Toda la inseguridad que transmite el vehículo la contrarresta la tranquilidad y amabilidad que nos contagia el taxista. Es un hombre mayor, de unos 60 años. Viste camisa y pantalones. El pelo muy corto, casi rapado y canoso. Lleva unas gafas grandes. Es todo cordialidad, a mi entender, sincera. Lo agradezco.
Despues de un breve trayecto y de sacar las entradas par el recinto, entramos en él.
La visibilidad no es buena. Hay una ligera niebla que difumina el perfil de las pirámides. No es la visión que esperaba tener de ellas pero no me desagrada.
Estamo en una posición alejada desde donde se abarcan las tres pirámides sin tener que desviar la mirada. Detrás nuestro, el desierto.
Parece que lentamente la niebla va desapareciendo. Nos acercamos para verlas más de cerca.
A medida que nos aproximamos, éstas se van haciendo cada vez más altas. Keops es impresionante. No puedo explicarme como llegaron a construirla, tan grande, tan perfecta. Sobran la palabras. Solo hay que mirar y deleitarse. Me siento insignificante.
Después de contemplar durante un rato más las pirámides, nos dirigimos hacia la Esfinge, menor en tamaño pero no en espectacularidad.
Está quieta, inmóvil. No sé si tiene la mirada fija en un punto o perdida en el infinito. La sensación es que está custodiando los colosos que tiene a sus espaldas.
Es una fotografia perfecta: Pirámides al fondo y Esfinge en primer plano, sin quitarse protagonismo entre ellas.
Acabamos la visita con la espina clavada de no poder entrar dentro de alguna pirámide. Mi estado físico no me permite estar agachado.
De vuelta en el hotel nos damos cuenta que tenemos tiempo libre hasta la hora de irnos. Lo dedicaremos a descansar en la piscina, chapuzón incluido.
Aprovechamos este tiempo para hacer un primer balance del viaje. Quitando algún contratiempo no podemos poner ningún pero, al contrario, ha sido uno de los viajes más gratificantes, bonitos e interesantes, sino el que más.
Después de tomar un poco el sol, subimos a la habitación a preparar el equipaje. A medida que voy cerrando las maletas me invade un sentimiento de pena. El final está cada vez más cerca
A las 20h estamos en la recepción del hotel esperando el autobús que nos llevará al aeropuerto.
Una vez allí y después de facturar el equipaje intercambiamos opiniones con los que serán compañeros de vuelo.
Hay opiniones de todo tipo, pero en general, la mayoría se alegra de haber elegido este destino para su viaje.
Subimos al avión. A nuestro lado se sienta un señor que lleva un sombrero de paja. Me recuerda a Van Gogh. Está nervioso. No para de hablar. Detesta volar. Le sigo la conversación y nos reímos de la situación. Es muy simpático.
El vuelo es bastante tranquilo. Retomo la lectura del libro que empecé en el vuelo de partida, " Pura vida " de Mendiluce. La acción transcurre en Costa Rica. Es interesante.
Después de alguna turbulencia durante el descenso, aterrizamos.
Pienso en " Mediterraneo " de Serrat como siempre que vuelvo a Barcelona después de un viaje.
Nos despedimos de los que han sido nuestros compañeros durante una semana.
Son las 3.30h de la madrugada. Tomamos un taxi. Ahora si que se ha terminado.
Espero volver, no se cuando, pero espero volver.
Por fin llegó el final. Aun no me lo creo. Con tristeza os relato lo que fue mi último dia en Egipto. Gracias de antemano por leerlo.
Ahí va.
Hay mucha claridad en la habitación. Miro el reloj, son las 8:20h de la mañana. Es el útimo dia.
Me levanto bruscamente, como impulsado por un resorte. Paro de inmediato. No me acordaba del dolor. Nos refrescamos con una ducha. Bajamos a desayunar. Lo hacemos otra vez en la terraza, junto a la piscina. Es un placer.
A las 10h tenemos contratado un taxi del servicio del hotel que nos llevará a ver las pirámides. Estoy impaciente. La espera se hace larga.
Llega la hora. El taxi se encuentra en la entrada del hotel. Es un coche antiguo, un "peugeot", de los que se veian en España a principios de los 80.
Es de color azul oscuro y blanco, con un portaequipajes en el techo. Tiene varios golpes en la chapa. Solo veo un retrovisor y no dispone de reposacabezas, ni delanteros ni traseros.
Toda la inseguridad que transmite el vehículo la contrarresta la tranquilidad y amabilidad que nos contagia el taxista. Es un hombre mayor, de unos 60 años. Viste camisa y pantalones. El pelo muy corto, casi rapado y canoso. Lleva unas gafas grandes. Es todo cordialidad, a mi entender, sincera. Lo agradezco.
Despues de un breve trayecto y de sacar las entradas par el recinto, entramos en él.
La visibilidad no es buena. Hay una ligera niebla que difumina el perfil de las pirámides. No es la visión que esperaba tener de ellas pero no me desagrada.
Estamo en una posición alejada desde donde se abarcan las tres pirámides sin tener que desviar la mirada. Detrás nuestro, el desierto.
Parece que lentamente la niebla va desapareciendo. Nos acercamos para verlas más de cerca.
A medida que nos aproximamos, éstas se van haciendo cada vez más altas. Keops es impresionante. No puedo explicarme como llegaron a construirla, tan grande, tan perfecta. Sobran la palabras. Solo hay que mirar y deleitarse. Me siento insignificante.
Después de contemplar durante un rato más las pirámides, nos dirigimos hacia la Esfinge, menor en tamaño pero no en espectacularidad.
Está quieta, inmóvil. No sé si tiene la mirada fija en un punto o perdida en el infinito. La sensación es que está custodiando los colosos que tiene a sus espaldas.
Es una fotografia perfecta: Pirámides al fondo y Esfinge en primer plano, sin quitarse protagonismo entre ellas.
Acabamos la visita con la espina clavada de no poder entrar dentro de alguna pirámide. Mi estado físico no me permite estar agachado.
De vuelta en el hotel nos damos cuenta que tenemos tiempo libre hasta la hora de irnos. Lo dedicaremos a descansar en la piscina, chapuzón incluido.
Aprovechamos este tiempo para hacer un primer balance del viaje. Quitando algún contratiempo no podemos poner ningún pero, al contrario, ha sido uno de los viajes más gratificantes, bonitos e interesantes, sino el que más.
Después de tomar un poco el sol, subimos a la habitación a preparar el equipaje. A medida que voy cerrando las maletas me invade un sentimiento de pena. El final está cada vez más cerca
A las 20h estamos en la recepción del hotel esperando el autobús que nos llevará al aeropuerto.
Una vez allí y después de facturar el equipaje intercambiamos opiniones con los que serán compañeros de vuelo.
Hay opiniones de todo tipo, pero en general, la mayoría se alegra de haber elegido este destino para su viaje.
Subimos al avión. A nuestro lado se sienta un señor que lleva un sombrero de paja. Me recuerda a Van Gogh. Está nervioso. No para de hablar. Detesta volar. Le sigo la conversación y nos reímos de la situación. Es muy simpático.
El vuelo es bastante tranquilo. Retomo la lectura del libro que empecé en el vuelo de partida, " Pura vida " de Mendiluce. La acción transcurre en Costa Rica. Es interesante.
Después de alguna turbulencia durante el descenso, aterrizamos.
Pienso en " Mediterraneo " de Serrat como siempre que vuelvo a Barcelona después de un viaje.
Nos despedimos de los que han sido nuestros compañeros durante una semana.
Son las 3.30h de la madrugada. Tomamos un taxi. Ahora si que se ha terminado.
Espero volver, no se cuando, pero espero volver.
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