El deseo es ese tranvía del espíritu que explica lo que nos ocurre cuando pisamos suelos amados de antemano por nuestra memoria. Y EGIPTO para mí será eso.
Los viajeros solemos detenernos con respeto ante todo lo que queda de lo que alguna vez fue: los restos, las ruinas, siempre cargados de simbología, de metáforas. Será así porque esas constancias de épocas remotas algo nos dicen, involucrándonos. Será el misterio que subyace en el alma de lo milenario que, casi siempre, nos alienta a rozar con la punta de los dedos sus fosilizadas formas, como si el gesto supusiera acariciar una mejilla del tiempo.
Lo primero que hice al llegar a EGIPTO fue ir a conocer las PIRAMIDES Cuando las vì se me llenaron los ojos de lágrimas. Había sido una ilusión desde los tiempos de mi infancia. Y entonces cuando apoyé la mano y acaricié una de esas moles de piedra, me sentí duplicado: yo estaba allí pero estaba acompañado por ese pibe que yo había sido. Y nos mirábamos. Y nos hablábamos. Y la gente creía que yo hablaba solo. Que sabe la gente de mirar al mundo con ojos de niño. En nuestros sueños está el revivir; soñemos otra vez los paisajes con los mismos ojos con que antes los hemos visto. Ese será nuestro resurgimiento
Los viajeros solemos detenernos con respeto ante todo lo que queda de lo que alguna vez fue: los restos, las ruinas, siempre cargados de simbología, de metáforas. Será así porque esas constancias de épocas remotas algo nos dicen, involucrándonos. Será el misterio que subyace en el alma de lo milenario que, casi siempre, nos alienta a rozar con la punta de los dedos sus fosilizadas formas, como si el gesto supusiera acariciar una mejilla del tiempo.
Lo primero que hice al llegar a EGIPTO fue ir a conocer las PIRAMIDES Cuando las vì se me llenaron los ojos de lágrimas. Había sido una ilusión desde los tiempos de mi infancia. Y entonces cuando apoyé la mano y acaricié una de esas moles de piedra, me sentí duplicado: yo estaba allí pero estaba acompañado por ese pibe que yo había sido. Y nos mirábamos. Y nos hablábamos. Y la gente creía que yo hablaba solo. Que sabe la gente de mirar al mundo con ojos de niño. En nuestros sueños está el revivir; soñemos otra vez los paisajes con los mismos ojos con que antes los hemos visto. Ese será nuestro resurgimiento
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